Soñando despierto

Ella no lo sabe. Si lo supiera, me odiaría. ¿O quizás no? Hoy, en el curso de francés, vuelve a suceder: me saluda al entrar y el cielo de sus ojos hace que, de nuevo, me tropiece con la mesa. Mientras abre el cuaderno, su lengua acaricia el labio superior. Poco después, la comisura se …