El piano de cola

Lejos quedaron los buenos momentos compartidos. Aquellos años en los que tú y yo, como aplicados estudiantes, acudíamos a clases de música en el seminario. Fuimos afortunados. Con qué ganas esperábamos cada tarde, mientras los demás niños se dedicaban al estudio, las enseñanzas de don Gregorio. ¡El afamado Solabarrieta! ¡Qué gran profesor! Aún más felices …